Comentario a lectura biblica del Martes de la Duodecima Cuarta semana del tiempo Ordinario - P.Julio Gonzales C. ocd

09.07.2013 14:39

Lecturas bíblicas

a.- Gn.32,22-32: La lucha de Jacob.

b.- Mt. 9, 32-38: El sordo mudo y las ovejas sin pastor.

Estos dos breves pasajes nos presentan a Jesús, como vencedor del mal, en la vida de un hombre sordo y mudo (vv.32-34), y su compasión por las gentes que andaban, como ovejas sin pastor (vv. 35-38). Estaba anunciado que  el  Mesías haría estos milagros, hacer oír a los sordos y hablar a los mudos (cfr. Is. 29,18; 35,5). Estas obras las abría de realizar el Mesías, signos de la presencia del Reino de Dios, liberación de la enfermedad, del pecado y la muerte. En esa mentalidad, la sordera como la mudez, se atribuía al demonio, poder que lo limita y esclaviza. Jesús sana y libera. Se trae a Jesús a un endemoniado, que además es mudo, expulsado el demonio, el mudo comenzó a hablar (v. 33). La gente reacciona señalando:“Jamás se vio cosa igual en Israel” (v.33); muchas cosas maravillosas habían ocurrido, Dios se había revelado, como en tiempos de Elías y Eliseo,  pero nunca como ahora, con tantas señales y pruebas, considerando a Jesús como más grande que los profetas (cfr. Mt.16,14-16; 12,6). Sin embargo, los fariseos no piensan igual, hacen el reproche que Jesús hace sus milagros con el poder del Príncipe de los demonios (v.34). Se abre así el abismo entre Jesús y sus adversarios, ya no se trata de una discusión sobre la Escritura o costumbres religiosas, estas posturas se hace irreconciliables.Jesús y Satanás se encontraron en el desierto, venciendo las tentaciones el primero, mientras que los fariseos están de parte del segundo (cfr. Lc.4,-11; 12, 22-37). Disonancia total, hasta los milagros de Jesús, pueden ser mal interpretados; se necesita buena voluntad, disposición para abrirse a la fe, pero señales a las que se puede contradecir. Dios no hace fuerza a creer ni siquiera con milagros, espera la respuesta del hombre en libertad y amor, pero sobre desde la fe. En un segundo momento el evangelista  nos da dos datos: recorre las ciudades y enseña en las sinagogas (v.35). Mateo quiere dejar en claro, que Jesús se sirve de la manera oficial de enseñar, es decir, de la exposición en la asamblea litúrgica. El Mesías ha sido enviado a las ovejas perdidas de Israel (cfr. Mt.10,6). Proclama el Evangelio y sana a los enfermos, palabra que instruye a sus oyentes, pero acciones concretas, que van en su beneficio(cfr. Mt.4,23; 5-7; 8,1-9,34). Jesús ve a la muchedumbre, cansados y abatidos, como ovejas sin pastor (v. 36), no tienen guía ni amparo. No hay quien les conduzca a los pastos abundantes. Yahvé se había quejado por medio de Ezequiel de los pastores de Israel, reyes y sacerdotes que no apacentaban al rebaño, sino a sí mismos (cfr. Ez.34,2). Dios mismo asumirá esa función de pastor de su pueblo (cfr. Ez. 34,11ss); lo está haciendo ahora en la persona de Jesús, de los apóstoles en el nuevo pueblo que está naciendo (cfr. 1P 5,4).“Entonces dice a sus discípulos: La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.” (vv. 37-38). Jesús habla de la mies, imagen escatológica, ve los campos maduros para la siega; ÉL había sido anunciado como el que tiene el bieldo en la mano y recogerá su trigo, lo limpiará y la paja la quemará (cfr. Mt. 3,12; Is. 9, 2-3; Os. 6,11). La llegada del Reino supone la separación, el Juicio, todo está en la respuesta que cada uno tiene frente a Jesús: hay pocos obreros. Exhorta a orar para que el Dueño de la mies envíe operarios a su mies, dejando en claro que en definitiva, es Dios quien llama y envía hombres para el servicio, como ÉL que es el Enviado por el Padre (cfr. Mt. 10,40; Is.6,8; Gál.1,15-16). Oración permanente, mientras dure el tiempo de la Iglesia, el tiempo escatológico de la cosecha, como la comunidad de Mateo, se ha de hacer hasta el final de los tiempos.

Teresa de Jesús, nos cuenta la llamada que recibió del Señor, y ella respondió con un Sí, como María Virgen. “Pensaba qué podría hacer por Dios, y que pensé que lo primero era seguir el llamamiento que su Majestad me había hecho a religión, guardando mi Regla con la mayor perfección que pudiese” (V 32, 9).