Comentario a Lecturas Bibilicas del Viernes de la Decimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario - P.Julio Gonzales C, ocd

05.07.2013 14:05

 

Lecturas bíblicas

a.- Gn. 23, 1-4. 19; 24,1-8. 62-67: Isaac amó a Rebeca.

b.- Mt. 9, 9-13: Vocación de Leví y comida con los pecadores.

Este evangelio nos presenta la vocación de Leví (v.9),y la disputa de los fariseos con Jesús acerca de su relación con publicanos y pecadores, en el ambiente de una comida (vv.10-13). El evangelista en pocas palabras, nos narra esta vocación: Leví estaba sentado a la mesa de los impuestos y  obedece el mandato de Cristo de seguirle. Ser publicano, venía a decir, que era un pecador público, proscritos de la sociedad judía por su oficio, trabajaban para Roma, cobrando el impuesto para el emperador. Tenían fama de ladrones. Pero el centro de gravedad del relato está en las palabras de Jesús: “Sígueme” (v.9). Exigencia que viene del Maestro, inapelable, por cierto; posee ese llamado el mismo tono de cuando Yahvé llamaba en al AT. Jesús llama a una misión y ésta justifica el llamado, sin méritos previos, como había hecho Yahvé al elegir a Israel, su pueblo. La respuesta está a la misma altura de la llamada, puesto que es obediencia inmediata, generosa, dada en plena libertad. Se trata de la obediencia a la fe.La segunda parte del relato (vv.10-13), nos presenta a Jesús, siendo causa de escándalo, para los fariseos al verlo comiendo, con publicanos y pecadores públicos. ¿Cómo podía el joven rabino de Nazaret, estar en medio de esa gente? Presentan sus inquietudes a los apóstoles (v.11). Si Jesús está preocupado de los pecadores, como el mismo Dios lo está, el Maestro se hace uno de ellos al estar en su compañía, si se sigue la lógica farisaica (cfr. Rm. 6,1). No se trata de ser pecador, ni glorificar el pecado, lejos semejante razonamiento; lo que quiere Jesús, es perdonar al pecador, liberarlo de ese estado. Lo que hace Jesús, es salvar al pecador y condenar el pecado, el hombre pecador no es un enemigo, como hacían los fariseos de ayer y de hoy. No lo excomulga de la sociedad, ni de la unión con Dios, sino que le abre un camino de regreso a la sociedad y a la casa de Dios. Jesús ama a justos y pecadores, pero éstos lo necesitan más, de ahí su gran preocupación (cfr. Lc.19,1-10). Pero serán precisamente los justos, quienes creían tener su propia justicia, la que viene de la Ley, los que lo rechazaron, pues no lo necesitaban, pues ignorantes de su enfermedad, no creían tener necesidad de médico (v.12; cfr. Flp. 3,6). La cita que hace Jesús, dirigida a los fariseos es dura: “Misericordia quiero, que no sacrificio porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores” (v. 13; Os. 6,6), porque les manda a aprender qué significa esa sentencia, a ellos que eran expertos en interpretar las Escrituras. Si partimos por considerar que todos somos pecadores ante Dios y los hermanos, no podemos sino agradecer el llamado que nos ha hecho el Señor Jesús a ser sus discípulos, como Mateo, sino que también como comunidad eclesial y en forma personal, vivir la obediencia a la fe que hemos recibido. El Sacramento de la Reconciliación puede hacer mucho en ese sentido de tomar conciencia del propio pecado y acoger la misericordia de Dios en la propia existencia.

Como otras tantas otras veces, Teresa de Jesús, ora la Palabra y el resultado son estas exclamaciones de un alma enamorada y confiada. “¡Oh, qué recia cosa os pido, verdadero Dios mío; que queráis a quien no os quiere, que abráis a quien no os llama, que deis salud a quien gusta de estar enfermo y anda procurando la enfermedad! Vos decís, Señor mío, que venís  a buscar a los pecadores (Mt. 9, 13); éstos, Señor, son los verdaderos pecadores; no miréis nuestra ceguedad, mi Dios, sino a la mucha sangre que derramó vuestro Hijo por nosotros; resplandezca vuestra misericordia en tan crecida maldad; mirad, Señor, que somos hechura vuestra; válganos vuestra bondad y misericordia” (Excl. 8,3).