Comentario al Evangelio del Lunes de la Decimosexta Semana del Tiempo Ordinario - P. Angel Santiesteban OCD

22.07.2013 09:07

Jesús le dice: ¡María!

La historia de Jesús y de María Magdalena es una historia de salvación, es una historia de amor y es una historia de seducción.

La cosa comienza cuando, como dice Lucas, Jesús libera a algunas mujeres de espíritus malignos y de enfermedades. Una de ellas, María llamada Magdalena, es liberada de siete demonios (Lc 8, 2). Desde ese momento Jesús ocupa el centro del corazón de ella. Supuso un cambio total en su vida; de la vaciedad a la plenitud de vida.

El evangelista Juan parece pretender que todos nos veamos reflejados en esta mujer. Que todos caigamos en la cuenta de cómo el Señor nos va llevando hacia Él. Y que cuando Él se empeña, y antes o después se empeña con todos, todos acabamos cayendo en sus redes. Así lo hizo también con aquella otra mujer paradigmática que fue la samaritana.

Otro hito en la historia del seguimiento de María Magdalena fue la cruz: Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María mujer de Clopás, y María Magdalena (Jn 19, 25). Este momento de la cruz, junto con la escena de la resurrección que meditamos hoy, suponen un salto de calidad en la historia del seguimiento o enamoramiento de María con Jesús: Deja de tocarme. Antes quería mucho a Jesús, pero ese amor está llamado a ser refinado y purificado. Eso es lo que significan las palabras de Jesús: Deja de tocarme.

María Magdalena, como todo discípulo a quien Jesús quiere elevar a cosas mayores, tiene que aprender a creer sin ver y a amar sin sentir.