Comentario a las lecturas bíblicas del Jueves de la Duodecima Semana del Tiempo Ordinario - P.Julio Gonzales C. ocd

27.06.2013 08:59

Lecturas bíblicas

a.- Gén. 16,1-12.15-16: Nacimiento de Ismael.                         

b.-  Mt. 7, 21-29: Los verdaderos discípulos.

En este evangelio encontramos otro criterio de discernimiento para la vida cristiana: ser consecuentes (vv.22-23) y pone el símil de las dos casas (vv.24-27). Si ayer nos enseñaba acerca de los verdaderos profetas, ahora se habla de todos los verdaderos creyentes, no hacen falta grandes palabras ni hermosos discursos, lo que hace falta son las obras para confesar la fe en Cristo Jesús. A Jesús se le llama Señor, sólo después de su Resurrección. Se conformó con ser llamado “Señor”, “Maestro”, como los de su tiempo, pero, es Señor, si su palabra se traduce en obediencia y adhesión. Jesús, pasa de ser un humilde carpintero,  escondida su gloria, a Señor, luego de su Resurrección, Rey de reyes y Señor de señores (cfr. Ap. 19,16). Cuando habla en nombre de su Padre, lo hace como Maestro, que nos dice que nadie entrará en el Reino de Dios, si no hace la voluntad de Dios. Si alguno lo confiesa como Señor de su vida, tiene que ser consecuente y obrar como siervo, aceptando la voluntad de Dios. Se pone en evidencia la situación de algunos, que han hecho muchas cosas por el Señor, como profetizar, han predicado llevando los hombres a Dios, vencido a Satanás, han hecho cosas espléndidas,  pero en definitiva, no han hecho  la voluntad de Dios (vv.22-23). ¿Cómo se entiende esto? Debemos tener cuidado de querer presentarnos ante Dios con soberbia o arrogancia, porque podemos ser calificados como malvados el día del Juicio final. “¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad” (v.24). Lo hacían todo en el Nombre de Jesús y por la Iglesia, pero actuaban por su cuenta, no estaban unidos a Jesús, en realidad no hacían la voluntad de Dios.El apóstol debe ser el brazo derecho y la mano del Señor resucitado; Cristo debe estar en su vida personal, como lo está en su oficio de su mensajero. Él ha conocido a quien se ha identificado con ÉL; está en él y con él, porque conoce lo que piensa su discípulo y dirige sus caminos. Es un conocimiento recíproco, amoroso, actuación recíproca de uno en el otro. La carencia de este amor recíproco, por muy brillantes que sean las obras y los carismas a la larga quedarán vacíos, sin flor ni fruto. Aviso para quienes ejercen cargos pastorales, sin identificarse plenamente con el Señor, les faltaran las obras que ÉL quiere, como se separaron de ÉL, también se separará de ellos, lo que se puede convertir en sentencia de juicio definitivo. Si ÉL nos oculta su Rostro, sólo nos queda la muerte (cfr. Sal. 6,9).Finalmente Jesús nos enseña a oír práctica y eficazmente su Palabra, es decir, oír para obrar conforme a esa Palabra (vv.24-27). La imagen de las casas  viene a significar que en la hora de la tormenta una se mantendrá firme, porque tiene buenos cimientos, mientras la otra se derrumbará; en el día del Juicio unos entrarán en la vida, mientras otros serán excluidos de ella.  

Santa Teresa de Jesús, nos enseña que la Casa de Dios en el alma cristiana, ha de tener sólidos fundamentos, el primero y principal, vivir para Dios en el amor, y la oración personal y comunitaria al servicio de la Iglesia. “Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo; tiénese muy buena vida; en queriendo algo más, se perderá todo, porque no lo puede tener.” (CV 13,7).