Comentarios a las Lecturas Biblícas del Viernes de la Duodecima Semana del Tiempo Ordinario - P.Julio Gonzales C. ocd

28.06.2013 09:23

Lecturas bíblicas

a.-Gén.17,1.9-10.15-22: La circuncisión señal del pacto. Sara te dará un hijo.

b.- Mt. 8, 1-4: Curación de un leproso. Si quieres, puedes limpiarme.

Una vez que el evangelista nos ha presentado a Jesús como el Mesías de la Palabra, el Docente,  ahora nos lo presenta como el Mesías de los obras, Sanador, el Médico taumaturgo que se compadece ante el dolor humano (cc. 8-9). Estos milagros, más que mostrar el poder de Jesús sobre la enfermedad y su divinidad, quieren ser un anuncio del evangelio. Muy unidos a su Palabra, (cc.5-7), los milagros ahora explican, el sentido de su actividad; los hechos fortalecen su Palabra. El leproso, que se acerca a Jesús, lo primero que hace es postrarse ante Jesús,  lo llama Señor, toda una confesión de fe. Lo adora, como primera actitud: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra.” (vv. 2-3; cfr. Mc. 1,40ss; Lc. 5, 12ss). Encontramos un “yo” enfático de Jesús, con autoridad propia, sólo comparable con el “Yo os digo” de las antítesis del cap. 5. Esta actitud de Jesús, hay que comprenderla en todo el conjunto de la Ley y los Profetas, como preparación a la plenitud de la revelación que encontramos en ÉL. Sólo así se comprende que vino, no a abolir la ley, sino a darle cumplimiento (cfr. Mt. 5, 17-37). Jesús no teme quedar impuro por tocar al leproso o ser acusado por los adversarios de infringir la ley. Su gesto de extender la mano es el gesto de quien vence al enemigo, es este caso la enfermedad, lo rescata de la muerte, y lo devuelve a la comunidad, a su familia. El hecho de haberlo mandado al templo a presentarse ante el sacerdote, nos habla de su postura frente a la ley, pero que no lo publique, es para que dócilmente haga lo que manda la ley. Quien aparentemente infringió la ley, ahora pide se cumpla para tener la certificación completa de la curación. El don debe expresar su gratitud a Dios, de quien procede la salud y vida nueva, al mismo tiempo, ha de servir a la autoridad, para que de testimonio, de que no ha sucedido nada ilegal, sino que se ha cumplido con la ley (v.4). La ley no es suprimida, sino que alcanza su plenitud: a pesar de haber desaparecido la enfermedad que regulaba la ley, Dios ha restablecido la salud, a pesar de no ser ya necesaria se cumple con lo que mandaba, de presentarse en el templo. La mirada está puesta en el futuro, en el Reino, en que la vida se comunica a todos sin la necesidad de la ley. Si nosotros queremos podemos pedirle a Jesús que sane nuestra lepra, el pecado, cualquiera que sea y, Jesús compadecido hará el milagro por medio de su Espíritu. Necesitamos adorar postrados al Señor de la vida, y orar con fe, para que podamos escuchar en lo interior ese “quiero, queda sano” (v.3). Es el poder sanador de Jesús, manifestación del Reino de Dios entre nosotros.

La Madre Teresa nos invita a ponernos en el camino de  Jesús de Nazaret, para como el leproso ser sanados de todos nuestros males. “Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino.” (CV 21,10).