Comentarios a las Lecturas del Martes de la Duodecima Semana del Tiempo Ordinario P.Julio Gonzales C. ocd

25.06.2013 09:18

Lecturas bíblicas

a.- Gn.13,2.5-18: No haya disputas entre nosotros, pues somos hermanos.

b.- Mt. 7, 6. 12-14: Tratad a los demás, como queréis que ellos os traten.

El primero de los proverbios (v.6), es bastante duro, si tenemos en cuenta que viene luego de habernos pedido, no juzgar al prójimo y habernos mandado perdonar. Lo santo se puede referir a los  sacrificios ofrecidos en el templo, las perlas se  refiere a cosas valiosas, como el evangelio o la enseñanza del Reino. Los cerdos y perros, eran considerados como animales impuros por los judíos; los no merecedores de lo santo, no se refiere a los paganos, puesto que el evangelio está abierto precisamente para ser anunciado a ellos. Nos son merecedores del evangelio, quieren lo rechazan, no lo valoran, o mantienen su cerrazón a la gracia.El segundo proverbio (v.12), es conocido como la  Regla de oro: “Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la  Ley y los Profetas.” (v. 12). Síntesis perfecta de la enseñanza moral de la ley, basada en el amor al prójimo, buscando el bien del otro, como el propio. El gran rabino Hillel, lo había formulado el mismo principio, en forma negativa: “No hagas a otro, lo que no quieras para ti. Esta es la ley; lo demás es comentario”. Esta norma no es de origen cristiano, ya era conocida en el ambiente judío y griego. La novedad de Jesús, está en que eleva este proverbio a norma universal: así debe el cristiano, tratar a los demás. Otra forma de formular el precepto de la caridad, resumen de la ley y los profetas, en fin de la revelación de Dios para con el hombre. Su novedad consiste fundamentalmente que ha hablado del amor, que no conoce medida, porque si su medida la toma de Dios, que ni siquiera excluye al enemigo de su amor. Este es el amor que espera el cristiano de otro cristiano, del compañero de camino de fe y de amor, hacia la Casa del Padre. Nadie puede exigir tratado así, si primero aplicará esa pretensión así mismo. “Porque ésta es la Ley y los Profetas” (v.12), con ellos queda claro, que la Regla aurea, pertenece al contenido fundamental del AT. Aquí se cumple que el evangelio no ha venido a abolir la Ley, sino a dar plenitud, con un nuevo modo de entender, en clave de un profundo amor. La Ley antigua permanece, pero con un espíritu nuevo. La fe cristiana no quita lo bueno, lo verdadero, lo sublime, permanente, pero con el espíritu nuevo de Jesús, y en perspectiva del Reino de Dios.

El  último de los proverbios (vv.13-14), se refiere a las dos  puertas y a los dos caminos (cfr. Dt. 30,15-20; Sal.1; Pr.4,18-19; 12,28; 15,24; Si.15,17; 33,14). Ese pasaje tiene ecos de la doctrina sapiencial de los dos caminos, el de la vida y el de la muerte, sobre todo en el Salmo 1, que menciona el camino de los judíos, y el de los impíos. El camino estrecho y difícil, es el de la virtud; el amplio y cómodo, es  del vicio y del pecado. Jesús introduce una novedad en este tema del camino al relacionarlo con la puerta, una lleva a la vida, la otra a la perdición. La primera, es decir, la vida, se consigue por medio de la renuncia, asumir la cruz de cada día, la oración, la vida teologal. Hay que saber discernir. Jesús se identificó como la puerta. “Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará” (Jn. 10, 9). La entrada por la puerta estrecha, es penetrar en el misterio de la persona de Jesucristo, y su misión salvadora. Muchos van por la puerta ancha hacia la perdición, y pocos dan con la puerta estrecha, es decir, el primero es el camino de la mediocridad, muy transitado, el segundo el de las Bienaventuranzas y vida teologal. Lo nuestro será encontrar la puerta que conduce a la Vida (v.14).

Teresa de Jesús habla del mandamiento del amor y cómo debemos cumplirlos, aunque en verdad andemos flacos en ello. “Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que aman y recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este mandamiento se guardase en el mundo como se ha de guardar, creo aprovecharía mucho para guardar las demás; mas, más o menos, nunca acabamos de guardarle con perfección.” (Camino de Perfección 4,5).