EVANGELIO DEL XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - P. NILBER NUNEZ OCD

11.08.2013 14:30

El evangelio de este domingo nos exhorta a vivir en una permanente actitud de disponibilidad y fidelidad en el cumplimiento de nuestras responsabilidades y nos encomia a evitar a toda costa la negligencia y la superficialidad.
En los primeros versículos (32-34) Jesús concluye sus advertencias contra “toda forma de avaricia” y asegura a sus discípulos que el Padre ha decidido confiarles el Reino. El discípulo debe esforzarse en conseguir los bienes del cielo porque éstos, a diferencia de los bienes de la tierra, son duraderos e “inagotables”. Hay que emplear, pues, la mente y el corazón en dicho cometido, 
A continuación, por medio de tres parábolas (vv. 35-46), Jesús anima a los discípulos a estar siempre atentos y vigilantes: 
La primera parábola (35-38) trata de un Señor que llega sorpresivamente de una boda y encuentra a sus empleados despiertos y atentos para atenderle en lo que se le ofreciere. La respuesta del amo es sorprendente: él mismo es quien se coloca el delantal y se pone a servirles uno a uno. 
La segunda parábola (39-40) es la del ladrón que viene imprevistamente y no da tiempo al dueño de casa para que pueda impedir el robo. Así sucederá con la venida del Hijo del hombre, ocurrirá “a la hora que menos lo piensen”.
La tercera parábola (42-46) es la del administrador “fiel y cuidadoso” que siempre está cumpliendo con su deber, opuesto a aquel que al percatarse de que su Señor tarda en llegar comienza a darse buena vida y a abusar de los empleados a él encomendados. El criado fiel se ganará la confianza plena del amo, mientras que el negligente será despedido de su cargo y castigado severamente.
En la última parte (47-48) se presenta otra especie de parábola, en la cual se advierte al que ha recibido un encargo particular en la comunidad que debe cumplirlo con responsabilidad y eficacia. Caso contrario será tratado con dureza pues “al que mucho se le dio, mucho se le exigirá”.
El creyente debe estar siempre en actitud de servicio y dispuesto a poner por obra la voluntad del Padre, cada día hay algo que hacer y una misión a realizar. El mismo Señor proporciona medios y ayuda para actuar con perseverancia y responsabilidad, depende de cada uno el ser fiel y generoso. El Señor necesita “amigos fuertes” dispuestos a recorrer el camino de fe con una “grande y muy determinada determinación” (Sta. Teresa de Jesús).