Lectio Divina Domingo Duodecimo del tiemoo ordinario - P. Julio Gonzales C.ocd

23.06.2013 12:27

Lecturas bíblicas:

a.- Zac. 12, 10-11: Mirarán al que traspasaron.

b.- Gál. 3, 26-29: Los que os habéis sido bautizados, os habéis revestido de Cristo.

c.- Lc. 9, 18-24: Tú eres el Mesías de Dios.

Esquema

1.- Invocación al Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo…

2.- Acto Penitencial: Perdón Señor….

3.- Oración colecta: Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes establece en el sólido fundamento de tu amor. Por Jesucristo.

4.- Lectio divina:

a.- ¿Qué dice el texto?

- “Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?...Pedro le contestó: El Cristo de Dios” (Lc. 9,18.20ss).

En este evangelio encontramos una verdadera consulta y definición acerca de Jesús (vv.18-21), el primer anuncio de la pasión (v.22), y las condiciones que pone Jesús para quien quiera seguirle (vv.23-24). En la primera parte, Jesús trata de recoger las opiniones de la gente, acerca de su persona y su definición de Mesías. Jesús oraba antes de poner a los discípulos ante decisiones importantes (cfr. Lc. 6,12; 9,18; 22,32). La oración en estos momentos adquiere su carácter pedagógico y mistagógico, dentro de la comunidad eclesial. Encontramos que las opiniones del pueblo sobre Jesús, la conocen los apóstoles, habían llegado hasta incluso la corte de Herodes, lo que se decía de ÉL (cfr. Lc. 9, 7-9). Lo identifican con el profeta de los últimos tiempos, como con uno de los profetas antiguos, que habían de preparar el tiempo final. La actividad de Jesús en Galilea, separó a los discípulos del pueblo. A ellos les manifestó Jesús su poder sobre la naturaleza, los demonios, la enfermedad y el Satanás; resucitó muertos, multiplicó el pan. Tenía derecho entonces a preguntarles, y recibir una opinión distinta, que la que puede dar el pueblo. La pregunta en cierto sentido, había estado presente entre el asombro y el sobrecogimiento, en los títulos que ellos le daban: Maestro, Señor, Profeta. Ahora quiere una opinión clara y decisiva: “Les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.” (v.20). Pedro y los apóstoles, le confiesan como el Mesías. Le reconocen abiertamente como el Ungido de Dios, título que recuerda las palabras del profeta: “El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad;  a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran” (Is. 61,1-2). La respuesta de Pedro, el Cristo de Dios, representa un verdadero triunfo para Jesús, en cambio, la definición permanece abierta, ya que esa respuesta es una parte de todo el misterio de la persona de Jesús, el Hijo del Hombre. Las palabras de Pedro coincidirán con las que escucharán los discípulos en la transfiguración de parte del Padre, referidas a su Enviado, la confesión de Pedro prepara esa revelación (cfr. Lc. 9, 28-36). Jesús, acepta la confesión, pero es consciente que habrá que desvincularlas de toda idea de poder político. Cristo, como termino, con todo su significado, aparecerá en los momentos más duros de la pasión de Jesús: en el  juicio y crucifixión, pero ahí las aclaraciones estarán de más (cfr. Lc. 22, 67; 23, 35). Jesús es el portador de la salud, lleno del Espíritu Santo, el que publica un año del Señor.

- “Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.” (v.22).

En un segundo momento tenemos el primer anuncio de la pasión (cfr. Lc. 9, 43-45; 18, 31-34). La prohibición de Jesús de contar la confesión de Pedro, es porque le falta un elemento esencial: el Hijo del Hombre debía morir y resucitar. Más que con el Ungido, Jesús se identifica con el Hijo del Hombre, que tiene que ser reprobado y llevado a la muerte (cfr. Is. 53, 3-4.8; 11-12). Si bien la misión en Galilea la comenzó Jesús como el Ungido del Señor, luego de la confesión de Pedro, Jesús la completa con la visión del Siervo sufriente de Yahvé que expía los pecados de los hombres. La acción de Jesús hay que  comprenderla desde la palabra de Dios: Salvador de los últimos tiempos y Siervo sufriente de Yahvé. En este sentido Jesús piensa que los apóstoles necesitan ser instruidos acerca del mesianismo que encierra su persona. De hecho, una vez vivido el misterio pascual, no sólo se levantó el silencio sino se les pidió que proclamaran la buena noticia al mundo entero. Al Mesías que triunfa hay que agregar el Mesías que sufre; es el Hijo del Hombre identificado con el Siervo del profeta Isaías. Por primera vez Lucas, nos presenta un grupo compacto de enemigos de Jesús y sus pretensiones mesiánicas; eran las familias que manejaban el culto, las finanzas del templo y la seguridad. Todos ellos culpables de la muerte de Jesús, lo que considera un asesinato, y la decisión del Sanedrín no le concede la categoría de juicio.

- “Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (v.24).

Les propone una serie de condiciones  a quienes quieran seguirle: negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirle.  Seguirle consistirá en asumir no sólo  su vida, sino que también su destino de cruz. Negarse a sí mismo, consistirá en renunciar a ser el centro de la propia existencia, dejar la familia y los bienes como lo hicieron los primeros discípulos. Se trata de dejar ese tipo de vida, poco auténtica cuando nos mueve sólo el egoísmo, para asumir la que nos viene del reino de Dios manifestada en Cristo Jesús. Amar la propia vida y de los demás desde Jesucristo; que la vida propia gire en torno a ÉL y el Reino de Dios.  Tomar su cruz, significará sumisión a Dios, cultivada día a día, camino de la resurrección. Jesús es Señor Crucificado y Resucitado. Este seguimiento exigirá prontitud para incluso sufrir el martirio (Lc. 6, 22; Hch.14, 22). Las dos premisas anteriores dan la posibilidad, no sólo de seguir a Jesús, sino de considerarse su discípulo. ¿Ganar la vida? Hay que poner la vida al servicio de Dios previamente, aunque el martirio suponga perderla aparentemente. El mundo no tiene la última palabra, tampoco los bienes, sólo Dios basta.

b.- Momento de oración. Oramos en silencio un espacio prudente de tiempo, mientras preparamos el testimonio que el Espíritu Santo me puede inspirar. El silencio orante, también es un aporte al grupo. Testimonios personales de los miembros de la comunidad. Escuchamos en silencio contemplativo al hermano que da su testimonio.

c.- ¿Qué me dice? - ¿Qué le digo? - ¿A qué me comprometo?

- La respuesta a la pregunta de Jesús, cada uno la responde, según el grado de intimidad que tenemos con el Señor. Es el Mesías, el Envido del Padre.

- Sólo un amor mayor, es capaz de suscitar la válida y fructuosa negación en la voluntad del hombre, si queremos hacer lo que pide Jesús. Lo contrario, es ascética seca sin mística.

- Tomar la cruz, cada día, es fruto de una fuerte comunión con Cristo, comunión de intereses, trabajar la propia salvación.

- Seguirle en su camino de cruz y de luz, seguirle en su vida y destino, hacer de su existir para el Padre, un vivir para ÉL.

- Otros testimonios…

5.- Momento de oración y contemplación:

a.- Salmo 62,2-9: Mi alma está sedienta de ti, Señor Dios mío.

- ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti;/ mi carne tiene ansia de ti,/

como tierra reseca, agostada, sin agua.

- ¡Cómo te contemplaba en el santuario/ viendo tu fuerza y tu gloria! / Tu gracia vale más que la vida, /te alabarán mis labios.

- Toda mi vida te bendeciré, / y alzaré las manos invocándote. / Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos.

- Porque fuiste mi auxilio, / y a la sombra de tus alas canto con júbilo;/ mi alma está unida a ti, / y tu diestra me sostiene.

 b.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús de este pasaje evangélico:

Teresa aprendió a ser mujer cristiana desde la Humanidad de Jesucristo, es decir desde que tuvo contacto con el Cristo del evangelio. De ahí aprendió a descubrir la gran dignidad de la persona y su capacidad de relacionarse con Dios por medio de la oración y contemplación.  “Es muy buen amigo Cristo, porque le miramos hombre, y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía” (V 22,10).

6.- Alabanza: Te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre por tu Hijo, desde el amor que infunde en nosotros el Espíritu, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre desde los que aman, admiran, tienen dudas,  rechazan a tu Hijo, desde ellos y con ellos, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, desde los que siguen a tu Hijo, llevando la cruz de cada día, desde ellos y con ellos te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre desde todos los que pierden su vida por Cristo, la Iglesia: misioneros, enfermos terminales, ancianos, jóvenes sacerdotes y laicos, te alabamos Señor.

- Otras alabanzas…

7.- Preces: Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre por toda la Iglesia, por el Papa Francisco, por sus intenciones y magisterio, por las comunidades cristianas para que sigan siendo recintos de comunión y evangelización. Te lo pedimos Señor.

- Por la paz en el mundo y nuestra sociedad, familias y corazones cansados de luchar, pero animados por la esperanza teologal renuevan sus esfuerzos por hacer de la familia y sociedad más humana y justa. 

- Por nuestra patria para que no olvide sus raíces cristianas de parte de los políticos, ahora que nos enfrentamos elecciones durante este año. Te lo pedimos Señor.

- Por los enfermos, por los ancianos y niños los más débiles de nuestra sociedad, las familias cristianas, trabajo digno, y se solucionen los problemas de educación. Te lo pedimos Señor.

- Otras preces…

8.- Padre Nuestro

9.- Abrazo de la paz

10.- Bendición final.