Lectio Divina- Jueves Septima Semana de Pascua- P.Julio Gonzales C. ocd

16.05.2013 09:17

 

Lecturas bíblicas

a.-Hch. 22, 30; 23, 6-11: Pablo ante Sanedrín.

Este pasaje de los Hechos, nos describen con lujo de detalles la presencia de Pablo ante el Sanedrín. Inteligentemente Pablo provoca la división entre el auditorio, compuesto en su mayoría por fariseos y saduceos, mencionando el tema de la resurrección, los primeros se ponen a favor del acusado, los otros en su contra, hasta el punto que el tribuno, por salvar a Pablo de la muerte, lo envía a la prisión. En un punto estaban de acuerdo ambas facciones, la intangibilidad de la Ley de Moisés, pero en cuanto a la interpretación que hacía Pablo,  estaban en total desacuerdo. La intención de Lucas, es más que narrar un hecho histórico, que no niega, pretende personalizar la justificación del cristianismo y el sinsentido del judaísmo. En otras palabras, Pablo fue acusado injustamente ante las autoridades judías. También hay que considerar que Lucas, si bien nos presenta estas discusiones entre cristianos y judíos, no olvida, que por otra parte, es la resurrección un punto de común acuerdo, al menos con los fariseos. Hay una esperanza común, entre el judaísmo y el cristianismo, ahora si ellos son fieles a su fe, deberían aceptar a Jesús, como Mesías y su resurrección. El problema es que  niegan que  esas verdades se hayan realizado en la persona de Jesús de Nazaret, y no creen en el mensaje que proclama sus representantes, por lo mismo, no son fieles a su credo.

b.- Jn. 17, 20-26: Padre, que sean uno con nosotros.

Meditamos la última parte de la oración sacerdotal de Jesús. Ruega por todos aquellos que creerán en ÉL en el futuro, creerán por la palabra de los apóstoles. Es una clara petición por todos los creyentes, para los cuales también, pide la unidad; comunión entre ellos, un reflejo de la existe entre el Padre y el Hijo, pero que es participación en su vida divina. Así como el Padre está en Jesús, así los creyentes debes estar en Ellos, para que el mundo crea que Jesús es el enviado del Padre. Vínculo de esta unidad es el amor, la única forma humana de estar en el otro; amor y obediencia para hacer la voluntad del Padre. La gloria de Dios, es Dios mismo cuando se manifiesta, ahora se ha manifestado en Cristo, y les comunica esa gloria a los discípulos; Dios vive en ellos, como Cristo vive en sus discípulos, se crea la unidad y la inhabitación divina en el hombre. El mundo creerá en Cristo, cuando sus discípulos vivan en unidad, la fe y el amor, cercanos al hombre y a la sociedad donde comparten alegrías y penas. Los hombres podrán ver la gloria de Cristo, en cuanto, los discípulos no decaigan en su fe, participación eficaz en su gloria, y en la filiación divina. El Padre justo, lo han conocido los apóstoles, porque han estado cerca del que ÉL ha enviado, como su Revelador. El evangelista, trata de revelarnos la transformación del hombre que acepta a Jesús, como venido del cielo y que se hace presente en sus discípulos por medio de su muerte y resurrección. Es Dios, hecho hombre, que irrumpe en la vida del creyente, para que pueda tener experiencia de lo divino en su existencia diaria, a través del misterio de Cristo Jesús. Quiere que donde está ÉL estén también los suyos para que contemplen su gloria  su amor los acompañe siempre (v. 26).  El cristiano está llamado a vivir esta intimidad divina.

Santa Teresa de Jesús,vive la unión en forma, entendiendo por ello la unión de voluntades, la de Dios y el hombre, cimentado en el amor.“Paréceme que queda algo oscura, con cuanto he dicho, esta morada. Pues hay tanta ganancia de entrar en ella, bien será que no parezca quedan sin esperanza a los que el Señor no da cosas tan sobrenaturales; pues la verdadera unión se puede muy bien alcanzar, con el favor de nuestro Señor, si nosotros nos esforzamos a procurarla, con no tener voluntad sino atada con lo que fuere la voluntad de Dios. ¡Oh, qué de ellos habrá que digamos esto y nos parezca que no queremos otra cosa y moriríamos por esta verdad, como creo ya he dicho! Pues yo os digo, y lo diré muchas veces, que cuando lo fuere, que habéis alcanzado esta merced del Señor, y ninguna cosa se os dé de estotra unión regalada que queda dicha, que lo que hay de mayor precio en ella es por proceder de ésta que ahora digo y por no poder llegar a lo que queda dicho si no es muy cierta la unión de estar resignada nuestra voluntad en la de Dios. ¡Oh, qué unión ésta para desear! Venturosa el alma que la ha alcanzado, que vivirá en esta vida con descanso y en la otra también; porque ninguna cosa de los sucesos de la tierra la afligirá, si no fuere si se ve en algún peligro de perder a Dios o ver si es ofendido; ni enfermedad, ni pobreza, ni muertes, si no fuere de quien ha de hacer falta en la Iglesia de Dios; que ve bien esta alma, que El sabe mejor lo que hace que ella lo que desea.” (5M  3,3).