Lectio Divina . Jueves Septima semana del tiempo Ordinario JESUS SUMO Y ETERNO SACERDOTE . P.Julio Gonzales C. ocd

23.05.2013 18:08

 

Lecturas bíblicas

a.- Eclo. 5, 1-10: No tardes en volverte al Señor.

b.- Mc. 9, 40-49: El escándalo.

Esta serie de dichos se refieren  al escándalo, que puede provocar el hombre en el alma de los creyentes en Jesús. La referencia a los pequeños, se puede referir a los niños, como también a los débiles en las cosas de la fe, como a los que han iniciado el camino de creer en Dios. A los que quitan la fe, con malas intenciones, les espera un castigo grave, como ser echado al mar atado a una piedra de molino. La imagen de morir en el agua, hay que conjugarla con la muerte en el fuego de la gehena por castigo (v.46). Con ello se destaca la seriedad de inducir en la apostasía a un pequeño, y la seriedad del castigo que le espera. Jesús pasa de la visión general, a lo parcial con la mención de partes del cuerpo humano, que pueden ser motivo de escándalo. Manos y pies corresponden a la zona de la acción premeditada, así entendían los judíos la personalidad humana, y los ojos,  a la zona del pensamiento emotivo. Mientras la primera zona, marca la vía de relación con el mundo exterior, la de los ojos el mundo interior, donde anidan la voluntad, la inteligencia, la comprensión, la emoción; ambas realidades, señala Jesús, poseen la capacidad de inducir al escándalo de la persona total. La automutilación es entendida en forma hiperbólica, se comprende como autocontrol, necesidad de mayor atención sobre las propias acciones,  y sobre la actividad sanadora de Jesús, que desde que comenzó su misión ha atendido personas con problemas en las manos, pies, en la vista. En todo este proceso, la fe es fundamental, precisamente por su acción liberadora en personas vulnerables, como los enfermos, los pequeños. Las sentencias hablan de la oposición entre la vida y la gehenna, la recompensa y el castigo, mientras a la primera se entra, la segunda, significa, pérdida de autonomía, es arrojado al fuego. Las mutilaciones hacen alusión a lo practicado con los enemigos de Israel, o relacionadas a la Ley del Talión (cfr. Jue.1, 6-7; 16,21, Ex. 21,4;  Lv. 24,17-21; Dt. 19,21). El mejor ejemplo de cuanto decimos, son Eleazar y la madre de los Macabeos, que son inducidos por el rey a abandonar la fe en Yahvé (cfr. 2 Mac. 6-7).Contextualizadas estas sentencias, pueden hablar de la situación de la comunidad cristiana del propio evangelista, cuyos pequeños serían cristianos poco maduros en la fe, vulnerables para quienes social, política o religiosamente se siente más fuertes y usan la opresión para con ellos. La serie termina, hablando de la gehenna y del gusano que no muere (cfr. Is. 66, 24; Jdt. 16,17), imágenes de juicio y del reinado de Dios, donde las palabras de Jesús suenan ya a victoria. Y, ¿ la sal? “Pues todos han de ser salados con fuego. Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida,¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros ytened paz unos con otros.” (vv. 49-50). Se refiere a la capacidad de la sal, de mantener el fuego en los hornos, es decir, los discípulos han de tener la capacidad de mantener la fuerza y el calor de la fe, y que tengan paz entre ellos. Las discusiones sobre quién  era el mayor entre los discípulos, las comparaciones, las fronteras excluyentes conducen a la violencia. La sal aviva el fuego, pero una vez perdida su propiedad, como cuando alimentaba el calor en los hornos, convertida en cristales por la combustión, la pérdida de su salinidad, se vuelve nula por completo y hay que tirarla (v.50). La exhortación es a mantener el fuego sagrado de la fe en la comunidad, en cada cristiano, y tener una  gran veneración, por la fe que anida en el alma del prójimo cristiano, los pequeños. Del reino de Dios.

Santa Teresa de Jesús, nos exhorta a  entrar en nuestro propio castillo interior, es decir, nuestra alma. Aunque en el camino de la oración, siempre existe el peligro de volver atrás, debido a que el Señor va mostrando lo que realmente somos y que debemos con humildad,el perfecto conocimiento de Dios y de nosotros mismos. “Podría alguna pensar que si tanto mal es tornar atrás que mejor será nunca comenzarlo sino estarse fuera del castillo. Ya os dije al principio y el mismo Señor lo dice: que quien anda en el peligro en él perece, y que la puerta para entrar en este castillo es la oración; pues pensar que hemos de entrar en el cielo y no entrar en nosotros conociéndonos y considerando nuestra miseria y lo que debemos a Dios y pidiéndole muchas veces misericordia, es desatino.” (2Moradas 1,11).