Lectio Divina Lunes Primera Semana de Cuaresma - P. Julio Gonzales C. ocd

18.02.2013 09:27

 

Lecturas bíblicas:

a.- Lev. 19, 1-2.11-18: Ley de santidad

La primera lectura, está tomada del código de santidad o ley de santidad (cfr. Lev. 17-26). Este código, recoge las leyes, que después del destierro se dieron al pueblo donde queda reflejada una exquisita sensibilidad respeto a las relaciones con Dios y su consecuencia inmediata en el prójimo. La santidad de Yahvé,es la motivación central, es el dinamismo que posee la santidad de sus fieles: “Habló Yahvé a Moisés, diciendo: Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sed santos, porque yo, Yahvé, vuestro Dios, soy santo.” (vv. 1-2). Inmediatamente,  el texto señala el comportamiento del creyente respecto del prójimo evitando todo favoritismo, calumnia, odio y venganza, en definitiva la práctica de la justicia y del amor al hermano evitando el hacer daño físico y moral al otro. Concluye diciendo: “No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahvé.” (v. 18). Jesús ampliará, luego de citar este texto, el sentido de prójimo más allá del pariente y connacional, sino todo hombre, todos los hombres. Cuando fue consultado por el mandamiento mayor por un  doctor de la Ley, igualó y unió el amor al prójimo al primero de todos los mandamientos el amor a Dios  con todo el corazón, con toda el alma, con toda tu mente (cfr. Mt. 22, 34-40; Dt. 6,4).

b.- Mt. 25, 31-46: El Juicio final.

Este evangelio,  es todo un proyecto de vida cristiana que se tendrá en cuenta el día del Juicio final. Se sabrá si hemos amado a nuestro prójimo en situaciones bien concretas, que podemos resumir en la ayuda al prójimo necesitado de comida, casa, vestido, visitar al enfermo y al encarcelado, etc. Lo importante,  es revisar la motivación que nos mueve a ayudar, que no es sólo solidaridad o filantropía, es mucho más, es ver en ese necesitado  a Jesucristo, porque ÉL, se identifica con todos los menesterosos del mundo. Lo mismo que en el discurso de las Bienaventuranzas, el motivo estriba en la santidad de Dios Padre, aquí, como en la Ley de santidad, aquí la identificación que hace Jesús con el prójimo, es la razón de ser del amor al necesitado (cfr. Mt. 5, 43ss). Los hombres, serán juzgados por su actitud frente a la persona de Jesucristo. Se presenta con sus ángeles, con las mismas categorías de Yahvé, los ángeles reúnen a los hombres para el Juicio. Este momento, supone la resurrección de todos los muertos, los buenos a la derecha, los malos a la izquierda, lugar de salvación y de perdición. Esta ubicación, supone que el juicio ya se realizó, porque luego se da la sentencia y las razones que la han motivado. Todos los hombres son invitados al Reino de Dios,a realizar obras de caridad para con el prójimo, los hermanos de Jesús. Estas manifestaciones del amor al prójimo ya eran conocidas en el AT (cfr. Is. 58, 7; Jb. 22, 6-7; 31, 17. 19. 21). Estas son las obras que se exigen para ingresar en la vida eterna, auténtica piedad hacia Dios y hacia el prójimo; libres de toda obligada retribución como lo pensaban los fariseos. Pensamos que el último grado del amor,  es amar a Dios sólo por lo que ÉL es, no por lo que nos pueda cancelar,  por amarle. Estas mismas obras predicadas por Cristo son hechas ahora para cumplir el precepto del amor: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn. 13, 34-35). Servir al prójimo necesitado, es el motivo central del juicio; Jesús con esta numeración de las obras, quiere dar importancia al amor, que también supone la conversión y llevar la cruz cada día, la humildad y pureza de corazón. Todos se extrañan ante las palabras del Juez; las obras hechas por amor a ÉL, tienen un valor infinito, hechas al prójimo necesitado. Las palabras de Jesús se dirigen a todos, con los que están más allá de los límites de su Iglesia, también ahí hay reino de Dios, porque también ahí existen hombres buenos  que cumplen con esta obras. La terrible sentencia para los que están a su izquierda, es la separación eterna de Jesucristo, de su Reino, de la vida verdadera. Fue la falta de amor, algo personal,  la que determina su destino. En cambio, los que amaron según Cristo Jesús, entran a gozar del banquete eterno de la gloria, las bodas del Esposo con la humanidad redimida y ahora glorificada en la Casa del Padre.

La Santa Madre Teresa de Jesús, nos invita a prepararnos al encuentro definitivo por medio de la oración, verdadero juicio porque estamos delante del Verdad de Dios cada que vez que dialogamos con ÉL. “¿Qué será el día del juicio cuando esta Majestad se nos mostrará claramente y veremos las ofensas que hemos hecho?” (V 40,11).