Lectio Divina - Martes Segunda Semana de Cuaresma - P.Julio Gonzales C. ocd

26.02.2013 08:42

 

 

Lecturas bíblicas

a.- Is. 1,10.16-20: Aprended a obrar el bien.

Isaías, nos presenta la situación religiosa e histórica de su pueblo y los invita a juzgarla objetivamente. Se reconocen pecadores y el culto que brindan a Dios es mera exterioridad, tanto que el mismo Dios aborrece tales sacrificios. Pero será el mis Yahvé, quien les recuerde lo que deben hacer: “Lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista,  desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien,  buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos dice Yahvé: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así, fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer,  lo bueno de la tierra comeréis. Pero si rehusando os oponéis, por la espada seréis devorados, que ha hablado la boca de Yahvé.” (vv. 16-20). La invitación “si aceptáis” es un acto de fe  abandono en la voluntad de Dios, que se le pide a los hombres, y disfrutarán de los bienes de la tierra, lo contrario, será sufrir una derrota respecto de los asirios que acechan el territorio y una clara rebelión contra Dios. Si obran el bien los bienes de la tierra serán suyos, si no lo hacen, la espada será el castigo a su comportamiento. Cada parte debe situarse desde la sinceridad frente a la alianza, Yahvé conserva su fidelidad, ahora le corresponde al pueblo dar su respuesta.

b.- Mt. 23,1-12: No hacen lo que dicen.

Este evangelio tiene dos partes: en la primera encontramos una dura crítica de Jesús contra los escribas y fariseos (vv. 1-7); la segunda es la enseñanza de Jesús a sus discípulos para ser verdaderos creyentes en Dios (vv.8-12). El primer legislador de Israel es Moisés, luego encontramos la tradición de los antepasados, o sea la interpretación, que se va ir acumulando con el correr de los siglos. En tiempos de Jesús, son los escribas y doctores  como encargados de enseñar y proteger la Ley de Moisés. Estaban sentados sobre la cátedra de Moisés, en el sentido, que administraban la voluntad de Dios que la ley expresaba. Lo que hace  Jesús, es criticar la práctica de la religión (cfr. Lc. 6, 1-18), la falta de unidad entre la enseñanza y las obras, esa falta de unidad es hipocresía: hay que hacer lo que enseñan, pero no tomar como ejemplo su forma de  obrar, dice Jesús (v.3). Los escribas y doctores, cargan pesadas cargas a los hombres, pero ello no las viven, oprimen, con sus interpretaciones de la Ley al pueblo, pero no se esfuerzan por cargar con esas demandas que proponen. No se exigen nada, sus obras no concuerdan con su doctrina. La crítica de Jesús pasa de la práctica, a la doctrina. En el fondo, todo lo hacen es por ostentar ante los hombres, no las hacen por Yahvé, sino para que los vean los hombres como personas piadosas. El origen de lo que hacen se encuentra en la vanidad y en la ambición, lo que invalida sus obras ante Dios (cfr. Mt. 23, 5-7). Descubierta la incoherencia de los escribas y doctores, Jesús advierte a los suyos de no caer en lo mismo. En esta segunda parte les advierte que en el grupo, no habrá un maestro o rabí, ni un instructor, porque el único padre es Dios y el único maestro es ÉL. El mayor en la comunidad, será el que sirve a sus hermanos, se hace grande a los ojos de Dios, porque se hace pequeño como un niño ante los hombres. Aquí se trata de establecer una recta relación con Dios y con su Hijo Jesucristo. Sólo hay un Padre en la comunidad cristiana y ese es Dios Padre, en un sentido profundo y singular; sólo hay un Maestro, Jesucristo, el Señor, consejero maravilloso, maestro de todos sus discípulos(cfr. Is.9, 5-6). Todo cristiano, es enseñado por Jesús, el divino Maestro, lo mismo se dice para el que recibe el encargo de autoridad o responsable dentro de la comunidad. “Quien se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (v. 12). Las palabras de Jesús humillan a los escribas y doctores de la ley, pero los que son verdaderos servidores de sus hermanos, lo hacen con humildad, ellos serán enaltecidos, en vista del juicio inminente de Dios sobre el mundo. Es entonces, cuando se descubrirá quienes sirvieron a Dios, y al prójimo por amor al Señor Jesús, o con espíritu de vanidad en su Iglesia.

Santa Teresa, mujer cuya entereza moral y espiritual se funda en la fe cristiana, une admirablemente la vida de oración con vivir en la verdad que es Cristo y el servicio al prójimo en clave contemplativa como carmelita. “Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible, quien muy de veras amar a Dios, y amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosas del mundo, de deleites, ni honras, ni tiene contiendas, ni envidias; todo porque no pretende otra cosa sino contentar al Amado. Andan muriendo porque los ame, y así ponen la vida en entender cómo le agradarán más.” (Camino de Perfección 40,3).