Lectio Divina Miercoles III Semana de Cuaresma - P. Julio Gonzales C. ocd

06.03.2013 12:51

 

Lecturas bíblicas

a.- Dt. 4, 1. 5-9: Guardad y cumplid los mandatos del Señor.

Este pasaje está tomado del prólogo a la ley, con el que Moisés prepara al pueblo para su entrada en la tierra prometida y una vida feliz para su pueblo.El discursoestá orientado en su totalidad a presentar los mandamientos y decretos que el Señor les mandó observar. El predicador no la impone sino que la propone como camino de felicidad y la obediencia y razón, debe suscitar su cumplimiento. Se da un vínculo entre la obediencia a la Ley y la posesión de la tierra. Pareciera que fuera una condición para ingresar en ella, desde la mente del autor, condición indispensable para su permanencia en ella. La tierra encierra en sí dos conceptos, uno real e histórico y otro teológico; la tierra es espacio de una promesa cumplida, vida dichosa, porque mora en ella Yahvé. La tierra para quienes está a punto de poseerla, es futuro que se entiende como don y compromiso. La obediencia a la ley es inculcada por hechos concretos como el acto de idolatría cometido en el pasado, la desobediencia trajo la muerte, la obediencia, en cambio, la vida. Lo mismo ahora: la obediencia a la ley conduce a la vida, a la dicha verdadera para el justo (cfr. Num.25). Un segundo argumento, la ley hace sabios y prudentes a los hombres. Israel resplandecerá entre las naciones, entre las gentes por su sabiduría, saber lo que se es, lo que se quiere y adonde está su norte. El destino de Israel es caminar con ÉL y su meta es Dios mismo, vida plena. El pueblo alcanzará todo eso si obedece la ley. El acercamiento de Dios por medio de la ley al hombre, tiene valor salvífico al presentarle un camino recto y justo para que lo recorra. Finamente, se recomienda la obediencia por la vinculación que ella posee con los hechos en que Dios se ha mostrado como Salvador. Esos hechos salvíficos son el fundamento de la ley; son hechos históricos que revelan a Dios como Aquel que busca la vida verdadera para su pueblo. La obligación del pueblo ahora es perpetuar esa memoria, para que las generaciones futuras encontrar el sentido, el fundamento y la razón de la ley.La unión de la ley y la sabiduría, cercanía de Dios con su pueblo estriba en la presencia del Arca de la alianza, que está en medio de su pueblo (cfr.Sal.78; Eclo.24).

b.- Mt. 5, 17-19: No he venido a abolir, sino a dar plenitud.

La Ley, fue dada por Dios para ordenar la vida moral, política y religiosa de Israel y de las personas que lo conforman. En esa Ley, se refleja la voluntad de Dios, pero junto a la Ley, tenemos el testimonio y palabra de losProfetas. También ellos han manifestado el querer divino. La Ley fue dada por Moisés al pueblo en el Sinaí, y éste se obligó a su pleno cumplimiento; el reclamo de los profetas, es lo que Dios exige que se cumpla  de la alianza. Si Jesús ha declarado que ha venido del Padre, a cumplir toda justicia, es impensable que quiera abolir la voluntad de Dios manifestada en la Ley. Lo que hace Jesús, sucede en nombre y por mandato del Padre. La Ley y los profetas, son revelación de Dios, pero todavía, no son la revelación definitiva. Debemos asumirlos, pero desde la revelación que hace Jesús de ellos, la perfección dada por  Él,  eso significa  darle cumplimiento. Es ÉL, quien nos ha enseñado cómo debemos cumplir la voluntad de Dios. Los judíos no reconocieron en Jesús al Mesías, el velo no se ha quitado para ellos (cfr. 2Cor. 3, 14-16), en cambio, el cristiano contempla la gloria de Dios en la Faz de Cristo (cfr. 2Cor. 4, 6). Todo se ha de cumplir, porque en la palabra Dios ha revelado su voluntad. Pero Dios no ha hablado sólo por la Ley y los profetas, sino que en al final de los tiempos, ha hablado por su Hijo (cfr. Heb. 1, 1s). Esta palabra perfecciona lo anterior, y lo pone en su definitiva luz, pero ademásnecesita su cumplimiento perfecto. Jesús, expresa con su palabra y vida, la enseñanza, pero también, su cumplimiento en su muerte de Cruz. Él, la última palabra de Dios, revelador de la voluntad divina, por tanto, camino, verdad y vida. La recomendación de Jesús es a cumplir la voluntad de Dios con delicada precisión, en el sentido de no olvidarnos de lo pequeño, lo esencial, su cumplimiento es expresión de amor y fidelidad a Dios. La novedad que trae Jesús, no significa en ningún caso, olvido de lo antiguo. Los mandamientos menores, son tan importantes como los grandes, lo que evita no darle importancia a las pequeñas cosas de la vida de cada día. En el Reino de los Cielos, será grande no sólo el que enseñe y sino también quien cumpla los mandamientos. Catequistas, párrocos, sacerdotes y seglares se les ha confiado el depósito de la fe, cada parte del conjunto, incluso lo pequeño, es importante.

Santa Teresa de Jesús como maestra de vida espiritual pone en el amor a Dios y al prójimo el centro de toda vida de oración. Si no sabemos dialogar con las personas con que habitualmente nos relacionamos, difícilmente podremos establecer una relación con Dios. Nada de amistades particulares sino libertad en el amor a Dios y a todos los miembros de la comunidad.  “Y créanme, hermanas, que aunque os parezca que es este extremo, en él está gran perfección y gran paz, y se quitan muchas ocasiones a las que no están muy fuertes; sino que, si la voluntad se inclinare más a una que a otra  que no podrá ser menos, que es natural y muy muchas veces nos lleva a amar lo más ruin si tiene más gracias de naturaleza  que nos vayamos mucho a la mano a no nos dejar enseñorear de aquella afección. Amemos las virtudes y lo bueno interior, y siempre con estudio traigamos cuidado de apartarnos de hacer caso de esto exterior.” (Camino de Perfección 4,7).