Lectio Divina- Miercoles Septima Semana del Tiempo Ordinario - P.Julio Gonzales C. ocd

22.05.2013 09:47

 

Lecturas:

a.- Eclo. 4,12-22: Dios ama a los que aman la sabiduría.

b.- Mc. 9, 37-39: Empleo del Nombre de Jesús.

La narración de este pasaje evangélico, es curiosa, por decir lo menos, ya que un exorcista usa el Nombre Jesús, sin ser del número de sus discípulos. Si esto es extraño, más son las palabras de Cristo: “Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» (vv. 39-40). Algo parecido había sucedido en los tiempos de Moisés, cuando Josué quiso impedir que dos hombres,Eldad y Medad, recibieran el espíritu profético, porque no habían asistido a la asamblea con el resto de ancianos, para recibir tal poder. La respuesta de Moisés, fue que ojalá todo el pueblo recibiera el espíritu profético, de parte de Yahvé (cfr. Nm. 11, 29). En ambos casos, se trataba de monopolizar un carisma, partiendo de una estrechez de espíritu y de mente. Moisés y Jesús, coinciden en su postura de apertura a la obra del Espíritu de Dios. Bien a las claras Jesús, enseña que su comunidad eclesial, no es algo cerrado, sino abierta a todos. Aunque no pertenezcan a la comunidad, existen personas buenas, honradas, que a su modo buscan a Dios en sus vidas, practicando el bien, la caridad, la justicia y el amor, mejor, incluso, que los mismos creyentes. Todos esos aunque no lo sepan, están con Cristo, es decir, con la asamblea eclesial. Cristianos anónimos,  se les ha denominado, el problema está en que son los inscritos, los bautizados, los que los ignoran, porque como decían los apóstoles, no son de los nuestros. También hoy encontramos hombres y mujeres que adhieren a Jesucristo,al Reino de Dios, pero no a la Iglesia formalmente. El Reino es mucho más que los límites de la Iglesia, por lo tanto, existen muchos que de buena voluntad aman a Dios y al prójimo, y se comprometen en causas justas y nobles como los derechos humanos en países en conflicto, o luchan por una sociedad más humana, y mientras no rechacen a Cristo, están a su favor, es decir con la comunidad eclesial, con sus seguidores. Por caminos misteriosos reciben los bienes de la salvación, desde el sacrificio en la Cruzcuyos bienes alcanzan a toda la humanidad.Antes de la Pascua de Jesús y de Pentecostés, los apóstoles se sienten depositarios únicos del mensaje, del poder y misión de Jesús. Luego de estos acontecimientos la comunidad cristiana comprende que lo que enseñó, entregó y mandó el Señor Jesús, no pertenece a nadie sino a toda la comunidad eclesial: jerarquía y fieles. Lo que se necesita que los carismas y funciones estén claras y en sabia y prudente armonía se sirva a Dios y al prójimo, sin sentirse dueños de los mismos sino humildes administradores.

Nuestra Santa Madre, Teresa de Jesús, ante la realidad que le toca vivir con la reforma protestante del s. XVI,  eleva cual sacerdote al Padre, una oración para que conserve entre nosotros a su Hijo en la Eucaristía, salve a la Iglesia, y entre los hombres exista paz verdadera. “Pues ¿qué he de hacer, Criador mío, sino presentaros este Pan sacratísimo, y aunque nos le disteis, tornároslo a dar y suplicaros, por los méritos de vuestro Hijo, me hagáis esta merced, pues por tantas partes lo tiene merecido? Ya, Señor, ya haced que se sosiegue este mar; no ande siempre en tanta tempestad esta nave de la Iglesia, salvadnos, Señor mío, que perecemos.” (Camino 35, 4-5).