Lectio Divina - Viernes Sexta Semana de Pascua - P.Julio Gonzales C. ocd

10.05.2013 09:58

 

Lecturas bíblicas

a.- Hch. 18, 9-18: Pablo ante el tribunal de Galión.

El apóstol se siente confortado por el Señor Jesús, antes que suceda lo que estaba por venir. Jesucristo lo alentó con estas palabras: “No tengas miedo, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad.» Y permaneció allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la Palabra de Dios.” (vv. 9-11). Fueron los judíos quienes quisieron ganarse para su causa a Galión, nuevo procónsul de Acaya, con sede en Corinto. Pensaban que podía ayudarles a conservar la ortodoxia judía, contra toda nueva doctrina, o herejía, que los cristianos representaban esta última realidad. Galión, recibe la acusación contra Pablo, de enseñar una doctrina contraria a la Ley de Moisés. Su tarea era vigilar si el nuevo movimiento representado por Pablo, violaban alguna ley contra Roma. El gobernador no se quiere inmiscuir en un juicio, sobre temas de religión, y los despacha del tribunal, que se arreglen entre ellos. Queda claro, por la reacción de Galión que los cristianos no violaban ninguna ley romana. La acusación de los judíos, tendrían un carácter más bien teológico, y no político; seguramente se referían a la Ley o al Mesías, por ello, los despide del tribunal (vv. 15-16). Lucas, deja claro, todo un tema en los Hechos, es dejar clara la postura de los cristianos frente a Roma. Son inocentes, no han ofendido la ley del Imperio. A pesar de todo, Pablo, siguió predicando y permaneció un buen tiempo más en Corinto. Las dificultades le enseñaron a Pablo la veracidad de la predicación y la protección que acompaña a los testigos del evangelio por parte del Señor Jesús. El propio Pablo, lo experimenta día a día en su vida. 

b.- Jn. 16, 20-23: Vuestra tristeza se convertirá en gozo.

El evangelio, presenta la imagen de la mujer que da a luz, que se olvida del dolor, una vez que ha nacido un varón para el mundo (v. 21). Este tiempo que precede a la alegría, tiempo de dolor y persecuciones, establece la realidad que vivirá la comunidad eclesial y el mundo; unos sufren otros gozan. ¿Cuál es la razón de esta situación? La tristeza del cristiano, se fundamenta en que no siendo del mundo, debe vivir en él; pero también del odio del mundo por Jesús, la Iglesia y los cristianos.  El mundo, evidentemente no ama lo que no es suyo, que no piensa como él, todo lo que ataca su soberbia y vanidad. El mundo se alegra de la partida de Jesús, por su persona y palabra, porque son un ataque a su seguridad, se alegra de las persecuciones de la Iglesia y los creyentes, porque son una prolongación de la presencia del Señor Jesús. Pero, es el mismo Jesús que nos dice que esa tristeza se convertirá en gozo por la verdadera libertad interior que el cristiano debe vivir respecto de todo aquello que no es Dios (cfr. Jn. 8, 32). Fundamental para adquirir esta libertad interior, es la comunión con Cristo Resucitado, causa de alegría perenne, porque se ha realizado la reconciliación entre Dios y cada creyente. Finalmente, la oración celebrada en forma individual y comunitaria, es otra fuente de fe y alegría, porque está animada por el Espíritu Santo.

Santa Teresa de Jesús,mediante la liturgia va comprendiendo las grandes verdades de nuestra fe.  “Estando una vez rezando el salmo de “Quicumquevult”, se me dio a entender la manera cómo era un solo Dios y tres Personas tan claro, que yo me espanté y consolé mucho. Hízome grandísimo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas, y para cuando pienso o se trata de la Santísima Trinidad, parece entiendo cómo puede ser, y esme mucho contento.” (V 39,25).