MENSAJE DEL CONGRESO INTERNACIONAL MISIONERO OCD

21.08.2012 10:56


¿Qué tales habremos de ser? (C 4,1) Esa pregunta es un texto que nos descubre a Teresa de Jesús preguntándose e interpelándose el año 1566 por el sentido y proyección que ha de tener la “gran empresa” que pretende ganar. Es el texto que el Definitorio General Extraordinario 2011 lanzó a toda la Orden, como propuesta de reflexión, de búsqueda, de renovación.
 

Es un texto que está esperando respuestas concretas y convencidas de las comunidades, de las provincias, de la Orden. El Congreso Internacional Misionero OCD es una buena oportunidad para responder a esa interrogante. Y la respuesta es que “tenemos que ser misioneros”. Ser misionero significa ser enviado para una actividad que anuncie y comunique la vida integral que el Dios Amor ha destinado al mundo e por la cual ha enviado su Hijo en el mundo para que por la fuerza del Espíritu, esa siga actuándose en todos los hombres de todos los lugares y todos los tiempos. Tenemos pues que ser misionero, eso es tener y cultivar la mentalidad del “enviado” para fomentar profunda disponibilidad y actitud constante y dinámica del enviado en cualquier ambiente en el que uno actúe el envío al cual le toque responder. De esta disponibilidad procede la espiritualidad del éxodo en el sentido estricto y pleno del término, como Santa Teresa lo soñó cuando vio a sus carmelitas descalzos lanzarse rumbo a Angola: hombres “de altos pensamientos para que nos esforcemos a que lo sean las obras”.
 

Una frase ha resonado fuerte en nuestros diálogos: “si el Carmelo no es misionero deja de ser Carmelo Teresiano”. Un carmelita descalzo es misionero por voluntad atestiguada de la Santa Madre; dicho de otra manera, por fidelidad al carisma teresiano; igual que las carmelitas descalzas quienes desde la clausura, llevan el mundo y sus realidades delante del Señor único Salvador del mundo, y sostienen espiritual, moral y hasta materialmente a los misioneros. La misión es un espacio de vida para el Carmelo teresiano. Es una mentalidad y una acción.
 

Es verdad que ahora lo dicen muy claramente las nuevas constituciones, las de 1986, pero es lícito preguntarnos todavía: ¿Hemos asumido todos los carmelitas descalzos con sinceridad y coherencia el compromiso misionero de nuestra vocación? Pensamos que no. O, simplemente, al Carmelo Teresiano le está faltando ardor misionero. ¿Acaso no se ven las misiones más bien como tarea sólo de algunos, dentro de una misma provincia?
 

El texto de la santa estuvo provocado por la experiencia profunda que ella estaba viviendo de los; “grandes males” que padecía la Iglesia. Eran tiempos recios, decía ella. Son tiempos de crisis, decimos nosotros. Precisamente en este contexto, necesitamos escuchar atentamente otro texto teresiano: “No haya ningún cobarde. Aventuremos la vida. Pues no hay quien mejor la guarde que el que la da por perdida. Pues Jesús es nuestro guía” (Poesías). Por la Iglesia, por el “aumento de la Iglesia” (F 1,6). Para no caer en la tentación de replegarnos y colocarnos en zonas de seguridad. Y es que otra frase ha resonado también fuertemente: El futuro del Carmelo teresiano está en las nuevas fronteras. La historia, además, ofrece lecciones muy claras: la desaparición de la congregación española, como consecuencia de la supresión de la vida religiosa por el gobierno civil, culmina paradójicamente en la reimplantación de un Carmelo teresiano fuertemente misionero en España.
 

Nuestro congreso internacional misionero se celebra dos meses antes del sínodo romano sobre la “nueva evangelización” (Octubre 2012) y en el año de la fe. A la luz de Aparecida y del magisterio de Benedicto XVI, trasmitir la fe hoy no es traspasar un depósito de verdades e ideas, sino educar a la persona en la experiencia de Dios. Y nosotros añadimos, con la metodología ya propuesta por la Santa Madre en tres etapas: “porque una merced es dar el Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué gracia, otra es saber decirla y dar a entender cómo es” (V 17,5). En consecuencia, para nosotros, carmelitas teresianos, la nueva evangelización, además de un compromiso eclesial, es un replanteamiento carismático y un desafío misionero.
 

Con este breve mensaje van tres propuestas:
1. La celebración del V centenario del nacimiento de Santa Teresa tiene que significar para toda la Orden un fuerte impulso misionero, bajo la dirección del Definitorio General, con iniciativas concretas, en la línea de la carta nº 13 del mismo Definitorio del mes de junio de este año.
2. Ante el hecho de que nuestros formandos, hablando en general, no reciben una necesaria formación misionera, se pide que el secretariado general de formación piense en un programa de formación misionera para los nuevos carmelitas descalzos, a desarrollarse a lo largo de las etapas fundamentales de la formación inicial.
3. Una misión tiene que ser, para la provincia que la asume, un verdadero espacio de vida que impulsa vocacionalmente y renueva espiritualmente, como lo demuestra la experiencia de alguna provincia.
 

El Congreso Internacional Misionero quiere tener un fraterno recuerdo de todos nuestros hermanos misioneros dispersos por todo el mundo. Siente además la particular necesidad de expresar su cercanía en el dolor y su admiración por la entrega generosa de misioneros, juntamente con Monseñor Gonzalo López Marañón, de nuestro exvicariato apostólico de San Miguel de Sucumbíos. Este recuerdo se hace especialmente sentido en la persona del recientemente fallecido p. Jesús María Arroyo.